D. Johanson y su equipo del International Afar Research Expedition la llamaron Lucy por la canción de los Beatles “Lucy in the sky with diamonds” que escuchaban en su radio por entonces. Estaban en una misión paleontológica en el Gran Valle del Rift, (Etiopía), financiada por el instituto de Cleveland de EEUU.
Hasta 1977, la comunidad científica no tomó en consideración este hallazgo. Se publicó en la revista Kirtlandia, con el nombre científico de Australopithecus afarensis.
Actualmente los restos de Lucy están guardados en una caja fuerte en Adís Abeba, capital de Etiopía.
Me gusta pensar que Lucy es como nuestra madre primigenea, y que es tan primitiva como el corazón de África donde la encontraron. Que seguramente todos procedemos de ella, y tenemos algo de simios, de negros y de africanos como ella, aunque seamos rubios y vivamos en Groenlandia… Si en lo más ancestral de nuestro cerebro dice la Ciencia, Paul D. MacLean, que nuestro tallo cerebral proviene del reptil, es compulsivo y regula los elementos básicos de supervivencia, imaginemos lo que de Lucy podríamos tener. Ella sería la que nos enlazaría con el mundo exterior, e introduciría las emociones, la sintonía de nuestra humana vida…
Y ahora que tenemos el celebro bien desarrollado, a ver si aprovechamos esta evolución para algo bueno.