Se ponen los pelos de punta al ver las terribles imágenes, y escuchar los tremendos testimonios en las noticias de Sudán, también enfrentamientos étnicos, enconados y absurdos. Parece que Africa no encuentra el descanso ni la paz... veinte años después de aquella masacre de Ruanda que conmocionó al mundo.
Tres meses duró este estallido de barbarie de la etnia hutu contra la tutsi. Murieron más de 800.000 personas, además de otras tantas víctimas de violaciones, mutilaciones o torturas.
No hay nada que distinga una etnia de la otra, ni la lengua, ni la religión, ni nada especial, sólo el hecho de pertenencia ancestral. Las causas son complejas y los problemas ya vienen de mucho antes, desde el siglo XVI con las humillaciones de los jefes tutsi sobre los hutu, y su toma del poder, acrecentándose por una mala e injusta gestión durante la colonización belga que mantenía los privilegios de la minoría. Una espiral de odio, que se fue conteniendo varias veces, (ya en Burundi 350.000 hutus fueron asesinados por tutsi en 1972), hasta que la crisis alimentaria, la bajada del precio del café un 50%, y la ignorancia, estallaron.
En Abril de 1994 es asesinado el general Juvènal Habyarimana y el Frente Patriótico Ruandés inicia una serie de masacres contra los tutsi, pero también una limpieza política contra los hutus moderados. Y es que en las guerras no hay límites.
La comunidad internacional se mantuvo al margen sin reconocer hasta finales de mayo que esto era un enorme genocidio. Una vergüenza para el mundo.
Actualmente, Ruanda camina lentamente hacia la reconciliación. Se han eliminado de los carnéts de identidad las menciones a las etnias. Las nuevas generaciones impulsan el perdón, pero el esfuerzo es muy grande. Muchos hemos visto en televisión como trabajan juntos una mujer y el asesino de su marido e hijos. Casos así hay muchos. Tras reconocer su culpabilidad han sido sometidos a penas reducidas y han alcanzado la paz para poder seguir viviendo. Una lección de empatía y perdón para todos.
Y es que ya dijo en cierta ocasión Sócrates: “Es peor cometer la injusticia que padecerla”.
Si queréis ver como este pueblo lucha hoy por esta reconciliación no os perdáis este pequeño documental sobre Ruanda veinte años después:
Tres meses duró este estallido de barbarie de la etnia hutu contra la tutsi. Murieron más de 800.000 personas, además de otras tantas víctimas de violaciones, mutilaciones o torturas.
No hay nada que distinga una etnia de la otra, ni la lengua, ni la religión, ni nada especial, sólo el hecho de pertenencia ancestral. Las causas son complejas y los problemas ya vienen de mucho antes, desde el siglo XVI con las humillaciones de los jefes tutsi sobre los hutu, y su toma del poder, acrecentándose por una mala e injusta gestión durante la colonización belga que mantenía los privilegios de la minoría. Una espiral de odio, que se fue conteniendo varias veces, (ya en Burundi 350.000 hutus fueron asesinados por tutsi en 1972), hasta que la crisis alimentaria, la bajada del precio del café un 50%, y la ignorancia, estallaron.
En Abril de 1994 es asesinado el general Juvènal Habyarimana y el Frente Patriótico Ruandés inicia una serie de masacres contra los tutsi, pero también una limpieza política contra los hutus moderados. Y es que en las guerras no hay límites.
La comunidad internacional se mantuvo al margen sin reconocer hasta finales de mayo que esto era un enorme genocidio. Una vergüenza para el mundo.
Actualmente, Ruanda camina lentamente hacia la reconciliación. Se han eliminado de los carnéts de identidad las menciones a las etnias. Las nuevas generaciones impulsan el perdón, pero el esfuerzo es muy grande. Muchos hemos visto en televisión como trabajan juntos una mujer y el asesino de su marido e hijos. Casos así hay muchos. Tras reconocer su culpabilidad han sido sometidos a penas reducidas y han alcanzado la paz para poder seguir viviendo. Una lección de empatía y perdón para todos.
Y es que ya dijo en cierta ocasión Sócrates: “Es peor cometer la injusticia que padecerla”.
Si queréis ver como este pueblo lucha hoy por esta reconciliación no os perdáis este pequeño documental sobre Ruanda veinte años después: